El 19 a 24 de junio de 2019 estuve invitado a facilitar junto con Jesi y San, el primer taller del Semillero de Redes Comunitarias del Abya Yala, en Cherán K’eri, Michoacán, México. Antes de viajar, me animaba la perspectiva de reencontrar a varias personas que habia conocido en experiencias anteriores, principalmente del primer TechioComunitario (Oaxaca, MX, 2017).
Fui con varios objetivos concretos: por un lado, ver de cerca el desarrollo del Semillero, con intención de poder replicar la experiencia en Brasil y articular procesos, extendiendo el Semillero a esta región. Por otro lado, poner a disposición mis conocimientos técnicos, en caso de cualquier imprevisto tecnológico, que normalmente resulta inviable resolver de forma remota, especialmente en los acotados tiempos de la visita.
Paralelamente, podría ayudar en la gestión del grupo humano, cuyo número de participantes aumentó luego del Encuentro de Redes Comunitarias organizado por APC en Kenya. Y finalmente, pero no menos importante, pretendía corresponsabilizarme en el cuidado del pequeño Sihuel, para que la Jesi pudiera dedicarse plenamente a la formación y coordinación de las actividades.
Esta última actividad fue la más novedosa y gratificante, poder facilitar un taller desde un papel menos protagónico y normalmente invisibilizado. Ejercitando en la práctica que otras formas de crianza son posibles. Rompiendo esquemas de les participantes, cuando entendían que ni yo era el papá de la criatura, ni tampoco la pareja de Jesi. Que podía perfectamente abrir una laptop y configurar un router, o bien coordinar una actividad grupal, pero que prefería dedicarme todo lo posible al cuidado de Sihuel y de cualquier otre infante que me confiaran, como la adorable Ixchu, hija de otra facilitadora. Y que San, reunía condiciones similares y había llegado a las mismas conclusiones, también corresponsabilizandose de los cuidados.
En la misma línea, fue muy grato ver un progreso claro en la diversidad de participantes respecto al primer TechioComunitario, en donde bastaban los dedos de una mano para contar las mujeres participantes, y en la unidad de Redes Comunitarias que se nos invitó como AlterMundi, fuimos dos hombres facilitadores. Esta vez, no sólo la organización local de Cherán estaba integramente liderada por mujeres: todas las organizaciones participantes estuvieron personificadas por al menos una mujer. En casos como Colnodo, como única representante. En REDES A.C. como amplia mayoría. En roles de facilitación, de capacitación técnica, de documentación, de planificación y ejecución.
En este contexto, pudimos festejar la instalación de los primeros dos LibreRouters en México (de hecho, los primeros fuera de QuintanaLibre), y en el proceso «testeamos» la documentación, las metodologías, el hardware y el software. En este último ítem, durante la instalación en casa de Dani (la prevista administradora de la red) identificamos detalladamente junto con San un «bug» (error de programación) en la configuración de los canales de las radios, que ya fue reportado al equipo de desarrollo y está actualmente en discusión la mejor forma de resolverlo.
La mayor cantidad de enlaces fue, como casi siempre, entre humanos: aproximadamente 50 personas reunidas, llegadas desde Colombia, Brasil, Argentina y de múltiples comunidades de todo México, reencontrándose o conociéndose por primera vez. Tejiendo redes humanas, fortaleciendo las resistencias y conspirando juntes. En un pueblo excepcional, organizado de forma autónoma, gobernado por el sistema de «usos y costumbres», luego de una revolución iniciada por mujeres que detuvieron con su cuerpo a talamontes ilegales, y terminaron expulsando incluso formalmente a los partidos políticos. En palabras de Yunuén, en el cierre del Semillero: «Aún con todas las limitaciones y desafíos que conlleva el autogobierno, en estos últimos 8 años hemos avanzado mucho más que en los anteriores 50 años»