Innovación en la austeridad
discurso de Eben Moglen en la conferencia «Freedom to Connect» (Mayo 2012)
Los fragmentos elegidos aquí constituyen un síntesis arbitraria del texto original.
Está disponible también el video completo con subtítulos en español.
A quienes hacen las políticas se les viene encima un problema ineludible: ¿Cómo tenemos innovación y crecimiento económico en la austeridad?
Hemos producido innovación en la austeridad desde la última generación y no sólo hemos producido innovación bastante buena, hemos producido la innovación que otra gente lista y rica se ha atribuido en su mayor parte.
La innovación en la austeridad no se produce recolectando mucho dinero y dándoselo a los intermediarios de la innovación. Uno de los aspectos más importantes de la política económica del siglo XXI es que el proceso que llamamos desintermediación es inexorable, consistente, e incesante.
La desintermediación, el movimiento de dejar sin poder al centro de la red, es un hecho crucial de la política económica del siglo XXI. La realidad de que la desintermediación ocurre y no se puede parar se convierte en una luz guía en la formación de la política industrial nacional. Y necesitamos decir que esto también es cierto para la innovación.
La innovación tecnológica más grande de finales del siglo XX es lo que ahora llamamos la World Wide Web. Una invención de menos de 8000 días de antigüedad. Esa invención ya está transformando la sociedad humana más rápidamente que cualquier cosa desde la adopción de la escritura. La naturaleza de ese proceso, de esa innovación, potencia la desintermediación, permitiendo que todo tipo de contacto humano ocurra sin intermediarios, compradores, vendedores, agentes, y controladores. Por ahora sobre lo que quiero llamar la atención es sobre el hecho crucial de que la World Wide Web es en sí misma un resultado de la innovación sin intermediarios.
Claro, como cualquier otra innovación, ha habido consecuencias no intencionadas. Hicimos todo posible, incluyendo, desgraciadamente, PHP, y entonces los intermediarios de la innovación lo transformaron en el horror que es Facebook. Esto no revertirá, como podemos ver de los resultados de los mercados, en ser una forma de innovación social particularmente favorable. Va a enriquecer a pocas personas.
La innovación con intermediarios, sirve a los intereses de las financieras, no a los de las personas.
El meollo de lo que ahora mismo le está sucediendo a la tecnología de la información, tiene que ver con el escalado del Software Libre comenzado a finales del s.XX. Creamos la idea de que podíamos compartir sistemas operativos y toda la pila de utilidades que va sobre de ellos. Lo hicimos aprovechando la curiosidad de los jóvenes. Eso fue el combustible, y no el capital-riesgo. Hemos estado en ello durante 15 años, y nuestro sistema ya estaba funcionando por todas partes, antes de que el capital-riesgo viniese a nosotros. Nos llegó, no porque la innovación tuviese necesariamente que producirse, sino porque la innovación ya se había producido, y ellos necesitaban monetizarla. Fue un resultado extremadamente positivo, del que no tengo nada malo que decir. Pero la naturaleza de ese resultado, sin duda la historia tal como la vivimos y como otros pueden ahora estudiarla, mostrará cómo ocurrió la innovación en la austeridad.
Lo que tenemos que decir es que la curiosidad de los jóvenes pudo aprovecharse porque todos los ordenadores de uso diario podían manipularse. Y de esa forma los jóvenes podían de hecho trastear en aquello que todos utilizaban. Ello hizo posible que se produjese la innovación donde se produjo, donde puede producirse sin fricción, que es en la base de la pirámide del capital. Esto está ocurriendo ahora en todas partes del mundo tal y como ocurrió en los Estados Unidos en los años 80. Cientos de miles de jóvenes de todo el mundo trasteando en sus portátiles. Cacharreando con servidores. Cacharreando con el hardware de uso general disponible para permitirse a sí mismos rascarse donde les pica: sus inquietudes individuales, técnicas, sociales, laborales, o simplemente lúdicas. «Quiero hacer esto, estaría muy bien». Lo cual es la principal fuente de innovación que condujo toda la gran expansión económica mundial de los últimos 10 años. Toda ella. Billones de dólares de comercio electrónico.
Esto nos debiera impulsar a darnos cuenta una vez más de que la forma en que realmente se produce la innovación es dándoles a los jóvenes las oportunidades de crear sobre una infraestructura que les permita cambiar el mundo real, y compartir los resultados.
La naturaleza de la innovación establecida por Creative Commons, por el movimiento del Software Libre, por la Cultura Libre, que se refleja en la Web, en la Wikipedia, en todos los sistemas operativos libres que corren en la mayoría de los celulares, toda esa innovación, procede del sencillo proceso de dejar a los chicos jugar y salirse del camino establecido.
Sin embargo, tenemos un mundo en el que cada vez más la meta de los operadores de redes es atar a todo joven ser humano a una plataforma de red propietaria con equipos de terminal cerrado del que no puede aprender, que no puede estudiar, entender, hincarle el diente, con el que no puede hacer nada excepto enviar mensajes que cuestan un millón de veces lo que deberían.
Y la mayor parte de la así llamada «innovación» en el mundo y en nuestro sector, se dirige ahora hacia la creación de TI para operadores de red que no supone ninguna mejora tecnológica para los usuarios. La innovación en telecomunicaciones en el mundo, básicamente se ha detenido. Y no va a revivir mientras sea imposible aprovechar las formas de innovación que realmente funcionan en tiempos de austeridad.
La innovación bajo el signo de la austeridad se produce como consecuencia directa de que la curiosidad de los jóvenes está enfocada a la mejora de las circunstancias reales de la vida diaria.
Eben Moglen es un profesor de derecho e historia en la Universidad de Columbia. Es director del Software Freedom Law Center, que fundó en 2005. Colabora como consejero general para la Fundación del Software Libre.
La innovación tecnológica como arista de la transformación social
por Santiago José Roca
Los fragmentos elegidos aquí constituyen un síntesis arbitraria del texto original.
Resulta necesario proponer algunas ideas que puedan servir para la reflexión en torno a las formas de concebir y desplegar una política de gobierno específicamente dirigida a la “innovación tecnológica”. Dicho interés es aún más pertinente en un país como Argentina, en el cual el gobierno está haciendo un esfuerzo ejemplar para transitar la senda de la dependencia hacia la independencia tecnológica.
[…]
Se trata sobre todo de construir una noción de innovación que sea capaz de competir con la concepción de la innovación capitalista y, aún más, que pueda servir para articular la gestión participativa del gobierno en torno a la satisfacción de necesidades sociales a través del eje de desarrollo tecnológico. Por lo tanto, además de fundamentar otra concepción de la innovación, es necesario proponer las bases para el despliegue de procesos de innovación en nuestro país.
[…]
Entonces ¿de dónde surge la innovación? Como consecuencia de lo que hemos señalado, podemos decir que, en parte, la innovación tecnológica es una cualidad emergente de ciertas condiciones creadas en el sistema de generación de saberes. En otras palabras, no se trata de un fin buscado, como si fuera posible establecer una línea recta entre el interés de innovar y su realización, sino que más bien se trata de un resultado indirecto del arreglo del sistema. Esto quiere decir que, en cierto modo, la innovación tecnológica no se puede “controlar” pero, en cambio, sí se pueden fomentar las condiciones (políticas, jurídicas, financieras, educativas, técnicas, etc.) para que pueda emerger libremente en una sociedad que posee interés por el bien general.
En este contexto, “innovación” no significa solamente la introducción de un nuevo saber o de una nueva aplicación en los procesos de generación de valor mercantil. En cambio, significa también que los saberes y sus aplicaciones se encuentran dirigidos a responder a necesidades planteadas a partir de proyectos de vida colectiva. Sin embargo, lo que parece simplemente un cambio de objetivo en la definición inicial de “innovación”, conlleva en realidad cambios significativos en el sentido de que el ejercicio de la gestión participativa de gobierno es una praxis compleja que involucra a distintos actores. Por lo tanto, si en un contexto capitalista el apoyo a la “innovación” requiere que se busque influir en las condiciones de mercado valiéndose de recursos públicos, en este otro contexto lo que se pretende es que la iniciativa pública y privada responda ante la necesidad de impulsar ciertas condiciones de bienestar general, a su vez, reflejadas en la Constitución y en el Proyecto Nacional. Ello implica, por cierto, que lo que ha de generar el sistema no son sólo efectos materiales, sino también bienes intangibles, tales como otros saberes, seguridad social y nuevas relaciones de trabajo.