Pueblos rurales: Un pedacito de internet para mantener vivo el territorio

“Internet es una oportunidad más de vida. Es una red de conexión universal”, define con precisión Claribel Cabral que, a sus 16 años, debe decidir irse de su tierra natal para mudarse a la ciudad y estudiar el Profesorado de inglés, esa carrera que anhela aprender, o quedarse en Loma Verde y postergar o abandonar su sueño para no separarse de su hermana Tania, su madre Sonia y su abuela Francisca.

Para ella irse de Loma Verde no solo significa una mudanza, sino el desarraigo y la pérdida de charlas cotidianas con su familia ya que en ese paraje rural del oeste de Córdoba -como en tantos otros de Argentina y del mundo- no hay conectividad ni servicio de telefonía. Es otro lugar donde a las compañías de telecomunicaciones no les interesa invertir porque no les resulta rentable.

“Tener acceso a internet sería lo mejor para mí porque me quedaría con mi familia y en el lugar donde me crié, aquí, en el campo”, señala. Ese lugar donde las cuatro mujeres de la familia definen como un espacio donde sienten que pueden ser libres.

Allí nacieron, crecieron, aprendieron a andar a caballo, criar gallinas, vacas, cabras y ovejas. A espantar pumas a punta de escopeta en medio de la noche. Es donde Doña Francisca aprendió a hilar la lana y ahora se lo enseña a las nuevas generaciones. Y donde plantó naranjos que hoy comparte en forma de jugo y budines a quienes la visiten.

«Veo a mis hijas y ellas están aprendiendo lo que uno les va a enseñando y una les va enseñando lo que aprendió de sus padres -remarca Sonia- Se va haciendo una cadena». 

Y para que esos eslabones permanezcan unidos en su familia y en la del resto de sus vecinas y vecinos es que las cuatro trabajan para construir la Red Comunitaria de internet que les permita tener conectividad en su casa.

Tania es la hija menor de Sonia y está entusiasmada con la posibilidad de crear una red WiFi que le permita hablar con su papá cuando se va a cuidar a los animales campo arriba, con sus abuelos que viven en el paraje vecino Cerro Colorado, y también para jugar, ver videos en YouTube y grabarlos.

Con sus 11 años Tania ve que si nada cambia en la zona, su futuro no será diferente a la encrucijada en la que se encuentra su hermana.

Por eso, y por su curiosidad innata, aprendió a usar una aplicación que le facilitará el mapeo del paraje para construir la Red Comunitaria. 

Otro que aprendió y ya comenzó a enseñar cómo funciona esa app es Fabricio Oviedo, joven de 10 años que vive en Cerro Colorado, paraje vecino a Loma Verde.

«Me gusta mucho el campo. Soy de acá y jamás me iría. Trabajaría en el campo cuando sea grande», asegura mientras describe que, junto a su familia, cría vacas, ovejas y gallinas.

Sabe que no es un objetivo fácil quedarse en su tierra. Sufrió el éxodo rural en carne propia.

Fabricio fue en los últimos años el único estudiante en la escuela del lugar, la 25 de Mayo. Ya casi no quedan chicos ni chicas en el paraje. Él egresó en 2022 y, si no ingresa nadie, la escuela podría cerrar. Para volver a abrirla, necesitarán que haya, al menos, 10 alumnos inscriptos. A esta institución centenaria que pasó las migraciones del siglo XX, los golpes de Estado, la vuelta a la democracia, la crisis del ‘30 y la del 2001, le cuesta resistir las consecuencias de no poder acompañar a la revolución tecnológica.

«La gente se va yendo, la juventud sobre todo, por la falta de laburo y por la falta de comunicación. Los chicos que hacían primaria acá y querían seguir una carrera se tenían que ir al pueblo para hacer el secundario», cuenta Jorge Rincón desde su casa en las tierras más altas de Cerro Colorado donde cría cabras y se entretiene sobando tientos y entrelazándolos para elaborar cinturones, sogas y bridas. Un hobby que supo aprender de forma autodidacta y que hoy le enseña a quien le pida.

Ve el acceso a internet como una herramienta que él no necesita demasiado. Sin embargo, cataloga como “clave” para Cerro Colorado. Piensa en sus jóvenes sobrinos, a quienes quiere mantener cerca, y en sus padres que debieron mudarse a la ciudad por un problema de salud y con quienes le cuesta hablar porque la señal móvil en la zona es muy mala.

Jorge conoce el territorio como pocas personas. Toda su vida observó los detalles del paisaje que lo rodeaba y hoy reconoce cada silueta del paraje.

Esos conocimientos fueron clave a la hora de buscar aquellos lugares desde donde se pueden ver las casas de las familias que viven en la zona y puntos desde donde se ven los pueblos que tienen proveedores de servicio de internet.

Es que para construir la Red Comunitaria, libre, descentralizada y autogestionada se necesita conectar los techos de casa con casa y con las instituciones comunitarias. Esta conexión se logra con enlaces y equipos LibreRouter que poseen dos antenas para recibir y dar internet. Lo único que necesitan para hacerlo es una línea de vista libre. Y con ese hilo invisible es que se va creando un entramado similar a la forma de una telaraña que se puede seguir agrandando a medida que las familias se vayan sumando al tejido.

Además de esta línea de vista sin obstáculos es importante que quienes habitan la Red Comunitaria puedan acceder sin problemas a los lugares donde estén ubicados los enlaces y LibreRouter ya que serán las vecinas y vecinos los que van a tener que revisar, diagnosticar y resolver problemas para mantener su funcionamiento; o armar, configurar y conectar los equipos para ampliar la red de wifi. Todo ello es posible gracias a que la tecnología desarrollada por AlterMundi es libre (cualquiera puede usarlo, modificarlo y compartirlo) y tiene como objetivo que personas sin conocimientos previos puedan desplegar fácilmente estas redes y autogestionarlas. 

En ese plan de despejar la zona y hacer accesibles esos lugares altos del paraje donde se podrán enlazar las zonas de caseríos, se puso al frente Rodolfo Cabral, el abuelo de Tania y Claribel.

Rodolfo tiene mente de ingeniero y la curiosidad de un niño. 

Al igual que Jorge conoce a la perfección el territorio. Él fue quien abrió los primeros caminos para conectar los hogares de sus vecinas y vecinos  y para unir a la comunidad de Cerro Colorado con Río de los Sauces, el pueblo más cercano. 

En ese entonces lo hacía moviendo las enormes piedras del monte con hileras de troncos. Hoy usa el tractor.

Fue también quien entró en el cementerio ferroviario y, donde todos veían unos vagones de tren en desuso, él visualizaba la base de un puente para atravesar el río que lo separaba de la casa de su hijo. A ese nexo hoy todos lo conocen como Puente Los Amigos.

Rodolfo hoy sueña con abrir nuevos caminos. Pero éstos van a conectar a las personas de otra forma. 

«Va a mejorar la comunicación, el trabajo. Todo lo que se quiera aprender está ahí”, se entusiasma.

Y ese entusiasmo se contagia de persona a persona, de comunidad a comunidad. Y así pasó en el último encuentro que se celebró entre vecinas y vecinos de Cerro Colorado y AlterMundi, se sumaron  habitantes de Lutti, paraje ubicado a solo 12 kilómetros que tampoco  tiene conectividad.

Puntuales, ansiosos, aún curiosos y vestidos casi de gala, fueron llegando a la cita que, como suele suceder para las decisiones en comunidad, se desarrolló en la escuela 25 de Mayo.

Allí cada persona pudo ver el resultado de ese trabajo que vinieron haciendo con AlterMundi para geolocalizar sus hogares y aquellos cerros claves.

Reconocieron en el mapa de su territorio dónde se ubican sus casas y empezaron a visualizar la red.

Luego sentados en círculo debatieron la forma de construir la red de internet, los costos de infraestructura y de servicio.

La conclusión general fue que para que Cerro Colorado tenga conectividad se va a necesitar la colaboración de todas y todos.

«No es nada fácil pero tampoco es imposible», remarcó Julio.

Y se dividieron en grupos para seguir trabajando y tomar decisiones: enseñar a geolocalizar a las familias que aún no estaban en el mapa de la red -con la propuesta de un taller especial-, buscar proveedores y financiamiento, y organizar la siguiente reunión comunitaria.

«Esto va a salir», aseguró Rodolfo. «Va a tardar pero va a salir», insistió. «En el campo estamos acostumbrados a esos tiempos», apuntó orgulloso de la paciencia rural.

Y Silvia Gómez fue más allá. «Esto de trabajar en conjunto puede conseguir muchas cosas. Primero internet, pero luego muchas otras, así, en comunidad», concluyó.

Conclusiones

Estas son algunas historias y miradas de quienes hoy habitan los parajes de Cerro Colorado, Las Lagunitas, Lutti, Loma Verde y El Potrero al oeste de la provincia de Córdoba, pero sus deseos de mantener sus vidas en su territorio y la problemática de conectividad para poder hacerlo se repite en prácticamente todas las zonas rurales en la profundidad de Argentina.

“La emergencia en conectividad en el campo es real, existe, hoy en el campo”. Lo dice Carlos Rang del Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Y lo dice el INTA y el ENACOM con datos: casi la mitad de los parajes rurales de Argentina no tienen acceso a internet. Pero quienes lo viven son los habitantes de esas tierras.

Y una de las consecuencias de esta falta de conexión es el éxodo rural que se viene sintiendo hace unos años y que se hizo más evidente durante el aislamiento por la pandemia de Covid19.

“Antes había muchísima gente en Lutti, se salía a caminar y te encontrabas con vecinos pero  ahora no tenemos esa suerte”, ejemplifica Matías, un bonaerense que se mudó al campo hace unos años en busca de tranquilidad. “Se vienen cerrando las escuelas por falta de alumnos porque los habitantes se van. El éxodo rural viene por falta de derechos, en este caso, por falta de conectividad”, remarca.

Es que el acceso a internet no es solo un Derecho Humano en sí mismo, sino que permite un mejor disfrute de otros derechos. Hoy casi todas las actividades se realizan a través de aplicaciones o páginas web, desde estudiar, trabajar e informarse hasta el comercio, consultas médicas, trámites ciudadanos y el intercambio cultural a través de música, películas y obras de teatro, entre otras.

En esta época histórica, internet es una herramienta clave para el desarrollo pleno de las personas. Ya sea en la ciudad o en el campo. Es un espacio que debería ser habitado por todas las comunidades para hacer del mundo un lugar más plural y democrático.

*Este proyecto se realizó en colaboración con APC

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